Fernando Bárcena en
“Pedagogía de la presencia. Voces para una educación en la filiación del
tiempo” (FLACSO, 2013) analiza el concepto de “entre” generaciones, entendiéndolo
no como un lugar fijo, sino como un pasaje o tiempo de tránsito, un trayecto
que da cuenta de una trayectoria vital. El lugar del “entre” (el espacio) se
caracteriza por la incertidumbre, la indeterminación y la ambigüedad.
El riesgo de “ejercer” dominio
sobre el otro, se da cuando lo entendemos al niño como: objeto o como sujeto de
la educación. El niño es un sujeto del aprendizaje. Un aprendiz del tiempo.
El niño no es un objeto de
la educación, algo a ser dominado por el saber. Tampoco es un sujeto de la
educación, algo a ser apropiado por una técnica.
Si preguntamos ¿Cómo es la
relación de “experiencia con” el
otro?
Fernando Bárcena responde:
- La relación de experiencia con el otro es una relación entre generaciones.
- El niño es la figura del comienzo, de la alteridad y de la discontinuidad generacional.
- Tenemos una gran responsabilidad por el mundo al que vamos a introducir a los recién llegados.
- El ser humano accede a su condición humana en tanto que aprendiz o sujeto de aprendizaje.
- La cultura se banaliza cuando se generaliza una mentalidad fabricadora y funcional. La cultura se convierte en banal, trivial, común, insustancial.
Bárcena en el artículo
citado, diferencia el espacio y el tiempo en relación con el mundo
durable (cultura). Asigna al espacio el hecho de ser matriz del poder y al
tiempo el hecho de ser matriz de la autoridad (autorización).
El tiempo es la matriz de la
autoridad, porque asegura la continuidad de las generaciones, la transmisión,
la filiación y al mismo tiempo se hace cargo de las discontinuidades y
rupturas.
¿Por qué sostiene Bárcena
que el maestro tiene que diluirse, tiene que borrarse?
Porque representa el mundo al
que son iniciados los alumnos, pero, el maestro, no es el mundo. Es un mediador del tiempo. Transmite un
legado, una herencia (que nunca podrá dar tal como la recibió).
Otras ideas claves en torno
a los conceptos de promesa y lealtad.
- La promesa de una madre a su hijo/a angustiado/a luego de una pesadilla sirve para devolver al mundo una estructura amable y confiable.
- La promesa es frágil e insegura, pero nos permite establecer una relación de confianza con el mundo y con los otros.
- Lealtad no es lo mismo que fidelidad. La lealtad está por encima de todas nuestras supuestas “infidelidades” con los autores, cuando los re-interpretamos. Con estas “infidelidades” (las traiciones de la traducción o interpretación) se puede mantener la dimensión vital de toda herencia.
Cita a Derrida (2009), quien
decía en una entrevista que somos “herederos porque somos finitos” (…) y que
“tenemos que aprender a concluir, a despedirnos”.
Y concluye con la expresión: “somos
aprendices del tiempo”
Esta última expresión me
deja no sólo una resonancia poética sino sobre todo la posibilidad de re-pensar
mi rol de mediadora del mundo de la cultura ante los jóvenes y éstos a su vez
lo serán ante otros. Con la responsabilidad y la autoridad generada desde la
matriz del tiempo. Tenemos que prometer
y perdonar y en esas promesas darles cuotas de confianza (en sí mismos, en los
otros y en el mundo), para ir preparándolos para un nuevo comienzo, es decir,
para la renovación de la cultura.
La promesa sólo puede
ofrecernos una pequeña señal de seguridad ante el incierto futuro. Se basa en
el fenómeno de la pluralidad (siempre se sostiene sobre otros comienzos, anteriores). No se puede hacer
tabla rasa con el pasado. Si hay algo nuevo, hay ruptura con lo anterior, pero
también hay continuidad.
Lo propio del hombre es la
finitud y el reconocimiento de la finitud. Al perdonar y al prometer dice
Bárcena somos capaces de romper con las relaciones causales y establecer un
nuevo comienzo. Insertamos nuestras acciones en la trama del tiempo, dejamos
nuestra huella y efectos en el mundo y
en los otros. Los preparamos para nuevos comienzos y para renovar el mundo
común.
El
niño como “figura del comienzo” y aprendiz del tiempo
El aprendizaje deviene
experiencia, co-nacimiento, conocimiento, un nuevo nacimiento o un nacer con
otros (connaissance).
Saludos
Prof.Nydia
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